Estimados amigos y amigas:
El pasado mes de abril se cumplieron 29 años desde el fallecimiento del Obispo de los Pobres, D. Enrique Alvear U., ocurrido el año 1982, y muchos hablan y se refieren a él, con devoción y admiración, como de un “santo”. Sin embargo, la Iglesia Católica tiene sus propias normas para que pueda ser declarado como tal. Sus restos descansan en la Parroquia San Luis Beltrán (Av. San Pablo Nº 8971, comuna de Pudahuel).
El hecho es que se aproximan los plazos legales para que pueda promoverse su causa, conforme a la legislación vigente para la causa de los santos, que prescribe que la “súplica o petición” en tal sentido, ha de hacerse antes de los treinta años desde la muerte del Siervo de Dios.
Por este motivo, invitamos con entusiasmo a participar y a sentirse parte de esta causa noble, coadyuvando a la apertura e introducción del proceso sobre su vida, virtudes y fama de santidad, sea visitando su tumba y/o escribiéndole directamente -en forma individual o junto con otros- al Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati Andrello (Casilla 30-D, Santiago, e-mails: audiencias@iglesia.cl o cancilleriasantiago@iglesia.cl ), solicitando la apertura de su causa. No está demás señalar que cualquiera persona o grupo de personas puede hacerlo, invocando las razones que estime(n) pertinente(s), sin perjuicio de lo que puedan hacer otras entidades, comunidades o grupos.
Del mismo modo, quienes quieran entregar su testimonio sobre su vida, actividades, virtudes y fama de santidad, pueden enviarlo o prestarlo ante el Notario Eclesiástico, Pbro. Oscar Muñoz Toledo, quien fuera designado para este fin; cuyas oficinas se encuentran en Erasmo Escala 1872 piso 2º, Santiago, teléfono 7875616, Metro Los Héroes, horarios: martes a viernes, 10 a 13 horas. También pueden participar asistiendo a la Misa conmemorativa que todos los años se celebra el día 29 de abril, a las 20 horas, en la Parroquia antes mencionada, y que este año celebrara Monseñor Ricardo Ezzati Andrello.
En los tiempos que corren, se hace cada vez más patente la oportunidad de su causa, resaltando su condición de testigo fiel del Evangelio; ejemplo de armonía entre la oración y la acción; defensor de todo hermano oprimido y aplastado en su dignidad, y al mismo tiempo anunciador con esperanza y alegría del Dios de la vida; hombre de corazón libre ante todos los poderes de este mundo, y solamente subyugado a Jesucristo; amigo y hermano de los pobres y un profeta manso y humilde, que hizo creíble, acogedor y servicial el rostro de su Iglesia, conforme a su lema episcopal: “Cristo me ha enviado a evangelizar a los Pobres”.
Como laico, creo firmemente en la conveniencia y urgencia de la apertura de su causa, para el bien mayor de la Iglesia y de su pueblo, siendo en el Chile de hoy, ejemplo de un modelo a seguir.
Saluda afectuosamente,
Oscar Alvear
